martes, 26 de febrero de 2008

Adiós, Fidel

Sin mayores lágrimas, el comandante de la Revolución dejó el primer plano de la escena. Su visible disminución física ya no permitía que luciera orgulloso su uniforme verde oliva, su cigarro y su barba. Tan sólo se lo podía ver fugazmente en un conjunto deportivo de marca occidental, como un jubilado que se pone su mejor ropa para recibir a las visitas.
El futuro de la isla es, por lo menos, incierto. A su hermano Raúl, silencioso compañero de ruta desde los tiempos de Sierra Maestra, le tocará la difícil tarea de generar los cambios necesarios para el éxito de su propia sucesión, que no tardará en llegar.
Aun los cubanos que viven en la isla se esperanzan con las promesas de cambio, pero para muchos lo que viene será muy duro. El pragmatismo que se le atribuye a Raúl no es menor que su capacidad de organización, ya que durante muchos años tuvo el control estratégico de las fuerzas militares. En esta nueva tarea estará mucho más expuesto y deberá escuchar a su pueblo como pocas veces lo hizo su hermano.
En una perspectiva pesimista, a Cuba podría pasarle lo que le tocó a Alemania del Este después de la caída del muro, algo tan bien metaforizado en la película Good-Bye, Lenin. Para muchos, defensores o no del régimen castrista, sería una realidad muy difícil de aceptar.

No hay comentarios: