domingo, 27 de abril de 2008

Los Fernández

Podría ser el título de una comedia pasatista. Por ahora es una comedia de enredos de la que participa una protagonista y tres actores de reparto con ese apellido. El último se sumó, como se sabe, tras reemplazar al dibujado ex "joven maravilla" Lousteau.
Pero la protagonista de esta historia, en realidad, comparte cartel con su marido, que no se ha resignado a quedarse en un segundo plano en esta segunda parte de la saga. Segundas partes no siempre son buenas, como se dice en el mundo del espectáculo.
De los cuatro Fernández hay uno que aparece como candidato a la próxima nominación, pues sus acciones han caído como consecuencia de que el ministro renunciante -o renunciado- había sido promovido, según se dice, en contra de los deseos del Jefe, que al parecer quiere su cargo y de esta manera volver a ocupar un papel más importante en el cartel. Alberto, el que siempre tenía respuestas para todo, esta vez está pagando los costos de una medida que tomó su protegido, convencido de que nada iba a suceder. Pero ya sabemos lo que sucedió.
Del lado de los villanos aparece De Angeli, otro Alfredo entrerriano, que no opuso resistencia a aparecer en los medios a pesar de su notoria seña particular, que se apresuró en rectificar, como si empezara un camino -más largo o más corto, ya se verá- hacia un futuro protagonismo en otra historia. Por ahora está velando las armas que dicen que tiene, y ya ha dado muestras de no tener más señas particulares que ese diente que le faltaba: por lo pronto, carece de pulgas y pelos en la lengua, condición que lo emparda con D'Elía (consumado actor de reparto).

sábado, 19 de abril de 2008

Cortinas de humo

Hace más de una semana que el humo originado en campos de la zona del Delta invade la ciudad. Pero tan sólo esta tarde la Presidenta tomó cartas en el asunto, quizás preocupada por la falta de reacción de quienes debían combatirlo o estudiar sus causas.
El súbitamente convertido en enemigo grupo Clarín no inventó el humo. Tampoco participó de la confabulación el ingenioso guionista de Los Simpson, que pergeñó un curioso revisionismo histórico según el cual Perón fue el precursor de los represores en la Argentina. El joven ministro de Economía -seguramente uno de los fans de Homero y compañía- quedó tan dibujado como ellos y no pudo articular palabra frente a la demorada reunión de los levantiscos ruralistas con las autoridades competentes. Fue el taita Moreno el que derramó una taza de mate cocido cuando los representantes del campo lo acorralaron, y su investidura quedó un tanto manchada para hacer frente a quienes lo desafiaban a exhibir su coraje en terrenos distintos del poder que le da cobijo.
Pero la demorada respuesta de Cristina reveló que aún conserva la capacidad de sinapsis, ya que en nombre de la protección del medio ambiente -tan vapuleado en esta región del litoral, que lo de Botnia quedó en el olvido- encontró algo que buscaba afanosamente: el o los culpables, villanos de la denostada oligarquía argentina.
Para su fortuna, ya empezó el programa de Tinelli -con lo cual el canal del grupo Clarín podrá distraer exitosamente a los críticos de su gobierno-, y otras áreas del gobierno encontraron su razón de ser cuando el ácido -hoy bastante diluido, es cierto- Pergolini, en el afán de mofarse de su archirrival, cometió una falta a la corrección política cuando se refirió en términos irónicos a la participación de un bailarín no vidente. El INADI, tan dubitativo en el entrevero entre Peña y D´Elía, esta vez prometió actuar.

miércoles, 2 de abril de 2008

La tregua

Ahora que se ha llegado a una tregua quedan varias cosas sobre las que se podría hacer una evaluación provisoria en función de la posterior evolución de los acontecimientos.
Lo primero es reconocer la heterogeneidad del universo de productores rurales y la necesidad, al menos, de redefinir ciertos conceptos como el de oligarquía. Hoy la propiedad de la tierra se está desnacionalizando, como la de tantos otros bienes que tiene el país, como una de las consecuencias de la globalización.
Lo segundo es que la inflación local tiene causas propias y ajenas. Si el gasto público ha crecido, como se afirma, un 40% durante el año pasado, la única manera de que eso no se convierta en presión inflacionaria es que la recaudación siga siendo superavitaria. El gobierno, pese al triunfalismo de los índices, implícitamente reconoce que es necesario aumentar la presión tributaria, y en la volteada cayeron grandes y pequeños. Los primeros defienden su rentabilidad y los segundos su subsistencia. La diferencia es importante.
Entre las causas internacionales de la inflación está el crecimiento de los precios de dos tipos de materias primas: la energía y los alimentos. Parte del aumento del gasto público tiene que ver con la necesidad de subsidiar a los consumidores para que los precios locales no se disparen, pese a lo cual es evidente que los aumentos han llegado a nuestros bolsillos. Por ahora no se llegó a un punto en el que esta estrategia haya fracasado, pero el nivel de distorsión es creciente. Incluso se anuncian subsidios compensatorios a los pequeños productores, lo que puede calmar los ánimos en el corto plazo pero luego habrá que ver si esto se puede sostener.
Lo tercero, en cuanto a la aparente demostración de fuerzas de ayer, no es otra cosa que una costosa movilización del aparato partidario (manejado desde los municipios del conurbano), sindical y sus anexos (agrupaciones como la que conduce D´Elía). La diferencia con lo que sucedía en el peronismo histórico es que el porcentaje de los que se movilizan por convicción hoy es minoritario, lo cual marca un retroceso de la propia cultura política justicialista. Hoy los sindicatos no movilizan por una causa gremial como en los tiempos de Ubaldini (es cierto que el gobierno no era peronista), y esto lleva más de una vez al desborde de las bases, generalmente conducidas por la izquierda a pesar de sus múltiples fragmentaciones (pongo solamente dos ejemplos: el Hospital Francés y los subtes).
Esta presión de las bases también se aprecia en el heterogéneo movimiento rural, especialmente con situaciones como las de Gualeguaychú, donde la comunidad ha vivido muy movilizada los dos últimos años por la problemática ambiental. Allí se evidenció lo mucho que teme este gobierno la explosión de los conflictos, a pesar de las declamaciones en sentido contrario.
Veremos cómo sigue esto. Pero la tregua no deja de ser una noticia positiva.