domingo, 15 de junio de 2008

Cuidado con el lobo

Este cuento ya lo hemos escuchado alguna vez, siendo niños. Se trata de un pastorcito que se divertía asustando a la gente con sus gritos acerca de la presencia cercana de un lobo que se comería a las ovejas.
En la versión actual, para jerarquizar el contenido de la anécdota, ya no se lo llama cuento, porque más allá de los notables exponentes del género en la literatura, en la versión argentina una de las acepciones de esta palabra es "embuste".
Como todo relato, empieza por un "había una vez". Pero en los cuentos infantiles los malos son siempre muy malos y los otros no son necesariamente buenos, sino imprudentes, y por eso les pasa lo que les pasa. Tal vez la excepción sea la Cenicienta, víctima de su madrastra y de sus hermanastras.
Por ahora este relato no tiene final. Historias similares han tenido finales trágicos, nada apropiados para niños impresionables.
Respecto al lobo del título, hace rato que sus dientes llaman la atención. La niña inocente que cree estar frente a su abuelita recibe esta respuesta: "Para redistribuir mejor la riqueza". Al lobo de esta historia lo termina matando un cazador, y aunque llama a sus amigos para su defensa éstos no toman demasiado en serio su advertencia.
Este relato toma partes de varias historias y no se parece a ninguna de ellas, o a todas al mismo tiempo. Todavía no se puede decir cómo va a terminar, aunque parezca que ya ha sido contado, y como los buenos relatos que se cuentan a los niños, tiene que dejar alguna enseñanza, para que no se repita como una pesadilla.

No hay comentarios: