sábado, 26 de julio de 2008

No llores por mí, Cristina

"Aquí no ha pasado nada", parece decir Cristina, que le pone palabras al cadáver de Evita en un nuevo aniversario de su muerte. El joven Massa, emparentado con un ex referente menemista de la zona norte del Gran Buenos Aires, ha empezado su servicio a la pareja presidencial, mientras Alberto Fernández, cansado de tantos desplantes, ha dicho basta.
Nadie le podrá enrostrar a este curtido funcionario, que supo acompañar a Cavallo y a Duhalde y compartió boleta con Elena Cruz, falta de lealtad a los Kirchner. Quien fue en su momento "joven sobresaliente" junto a Beliz, Redrado y Julio Bocca anuncia que escribirá un libro sobre su paso por la función pública. A diferencia de Bocca, le tocó bailar con unas cuantas "feas" o feos que lo odiaban cordialmente, como Luisito D´Elía, con quien sin embargo tuvo una deferencia de último momento al firmar el nombramiento de dos de sus laderos en la fantasmal "Comisión de la Tierra Social".
Uno de los tantos servicios que Fernández prestó a la "corona" fue cuando, cumpliendo órdenes presidenciales, le anunció a Beliz que ya no pertenecía al gabinete. Fue la primera baja de un gobierno que entonces estaba en el pináculo de su popularidad. Beliz, tras desenmascarar a un agente de la SIDE en televisión, se hizo invisible. Redrado, por su parte, es un hombre de confianza del establishment y hasta ahora no ha sido demasiado azotado por los gélidos vientos sureños.
Con Fernández el gobierno pierde a una de sus espadas mediáticas, pero queda su homónimo, que sin llegar a los extremos de los cuchilleros de avería sabe asestar dosis recargadas de picardía criolla cuando se lo hace hablar.
Mientras tanto, la Presidenta practica cada vez con más entusiasmo el arte de gobernar frente a los espejos. El problema es que a veces los espejos deforman la realidad.

jueves, 17 de julio de 2008

Votó por Grobo

Votó por Grobo, no con Botox.
Poco zonzo...
Contó, contó, solo son dos.
Ojo con Cholo... lo borro.
Por sol, cómodo gorro rojo.
Borocotó, forro como pocos.
Clon morocho... ¡Socorro!
Cosmos posmo... ¿Morocco? No, todo trolo...
¿Bolocco? No soporto, yo voto no.
Otro chorro. ¿Otro tongo?
No. ¡Osooo....!
¿Pozo loto con toco groso?
Poco pomposo.
Trozo oloroso. ¿Porro?
¡Ojo popó! No jodo...
Gordo glotón pollo tomó. ¡Mozooo!
¿Molotov? Por poco.
Monto roñoso, cobro todo moroso.
Frondoso dolo, sordo coloso.
Lobo sonó, pronto ronco: “¿Cómo?
¡Botón! ¿Sos tonto o loco?”.
Tronó, cortó. ¡Horror!
Doloroso costo. ¡Plop! Globo roto...
Cobos votó con honor.
¿Bobo? No... ¡Probo!

lunes, 7 de julio de 2008

¿La Plaza tiene dueño?

Cuando Néstor Kirchner y sus adláteres temían que los cacerolazos en apoyo al reclamo agrario se hicieran sentir en la mítica Plaza de Mayo, D´Elía, Pérsico y sus huestes irrumpieron al grito de "La Plaza es nuestra, la p... que lo parió".
Años antes, cuando Hebe de Bonafini era una opositora intransigente a todo gobierno que no reivindicara la lucha de sus hijos y castigara efectivamente a los represores de los derechos humanos de los militantes políticos (que no son, por cierto, los únicos derechos humanos), el grito era "La Plaza es de las Madres y no de los cobardes".
Hoy por la tarde, los gimnastas de la agitación política quisieron hacer lo mismo que en el Congreso: plantar sus carpas en contra de los que, con distintos intereses, se manifiestan acerca de lo que se está decidiendo. Esta vez partió la orden de no dejarlos instalarse allí, en una muestra más de coherencia de este gobierno. Claro que al no empuñar simples cacerolas, la cosa no fue del todo fácil para estos "luchadores sociales", como les gusta definirse. No fueron los grupos de choque leales a los Kirchner los que los sacaron de la Plaza, pero se dieron el gusto de incendiar un patrullero y un vehículo del Gobierno de la Ciudad. Hasta ahora no se sabe qué dijeron del episodio Macri, Aníbal Fernández y D´Elía.
Mañana los organizadores de esta frustrada irrupción a la Plaza prometieron salir a la calle para "repudiar la represión". Tal vez no pase mucho más que lo que hoy sucedió, pero si fuese algo más el Gobierno tendría otro motivo para preocuparse, cuando todavía no se cerró el episodio por las retenciones móviles.