sábado, 2 de mayo de 2009

Evita había una sola

No volvió ni fue todavía millones, pero si contamos las actrices que la han representado en el cine y en el teatro llegaríamos sin mayor esfuerzo a una decena, de las cuales la más célebre es seguramente Madonna. Entre las actrices autóctonas se destacan Nacha Guevara y Esther Goris.
La primera de ellas -nacida con el nombre de Clotilde Acosta- se lanzará a la política desde la candidatura ofrecida por el jefe del justicialismo y presidente de la Nación entre bambalinas. La segunda mantiene una relación sentimental con el gobernador de San Luis, aunque no participa abiertamente de las actividades políticas de los Rodríguez Saá y de hecho su carrera artística no ha tenido mayores éxitos desde su personificación de la abanderada de los humildes, junto a un inverosímil Perón a cargo de Víctor Laplace.

El apellido artístico de la siempre joven Clotilde recuerda al del revolucionario más renombrado que han dado estas tierras. Probablemente su elección, cuando la artista empezaba su larga juventud, haya pasado por el peso simbólico de ese apellido. De todos modos, en la boleta del Frente para la Victoria (o Hasta la Victoria Siempre) su nombre corre el riesgo de ser confundido con el de una anónima integrante más de la larga lista sábana del territorio bonaerense.
Quizás la verdadera razón de la candidatura de Nacha Guevara haya sido la confesada vocación artística postergada de quien representa el papel de Presidenta de la Nación, la señora Cristina Fernández, que en sus discursos recuerda el tono lastimero de la Evita de los últimos tiempos, con el agregado de sus conocidos ademanes de maestra que en los actos patrios se dirige a su alumnado. Pero se sabe que hay una pasión, además del justicialismo, que las une: su deseo de parecer mucho más jóvenes que lo que el insobornable almanaque determina.

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