miércoles, 2 de abril de 2008

La tregua

Ahora que se ha llegado a una tregua quedan varias cosas sobre las que se podría hacer una evaluación provisoria en función de la posterior evolución de los acontecimientos.
Lo primero es reconocer la heterogeneidad del universo de productores rurales y la necesidad, al menos, de redefinir ciertos conceptos como el de oligarquía. Hoy la propiedad de la tierra se está desnacionalizando, como la de tantos otros bienes que tiene el país, como una de las consecuencias de la globalización.
Lo segundo es que la inflación local tiene causas propias y ajenas. Si el gasto público ha crecido, como se afirma, un 40% durante el año pasado, la única manera de que eso no se convierta en presión inflacionaria es que la recaudación siga siendo superavitaria. El gobierno, pese al triunfalismo de los índices, implícitamente reconoce que es necesario aumentar la presión tributaria, y en la volteada cayeron grandes y pequeños. Los primeros defienden su rentabilidad y los segundos su subsistencia. La diferencia es importante.
Entre las causas internacionales de la inflación está el crecimiento de los precios de dos tipos de materias primas: la energía y los alimentos. Parte del aumento del gasto público tiene que ver con la necesidad de subsidiar a los consumidores para que los precios locales no se disparen, pese a lo cual es evidente que los aumentos han llegado a nuestros bolsillos. Por ahora no se llegó a un punto en el que esta estrategia haya fracasado, pero el nivel de distorsión es creciente. Incluso se anuncian subsidios compensatorios a los pequeños productores, lo que puede calmar los ánimos en el corto plazo pero luego habrá que ver si esto se puede sostener.
Lo tercero, en cuanto a la aparente demostración de fuerzas de ayer, no es otra cosa que una costosa movilización del aparato partidario (manejado desde los municipios del conurbano), sindical y sus anexos (agrupaciones como la que conduce D´Elía). La diferencia con lo que sucedía en el peronismo histórico es que el porcentaje de los que se movilizan por convicción hoy es minoritario, lo cual marca un retroceso de la propia cultura política justicialista. Hoy los sindicatos no movilizan por una causa gremial como en los tiempos de Ubaldini (es cierto que el gobierno no era peronista), y esto lleva más de una vez al desborde de las bases, generalmente conducidas por la izquierda a pesar de sus múltiples fragmentaciones (pongo solamente dos ejemplos: el Hospital Francés y los subtes).
Esta presión de las bases también se aprecia en el heterogéneo movimiento rural, especialmente con situaciones como las de Gualeguaychú, donde la comunidad ha vivido muy movilizada los dos últimos años por la problemática ambiental. Allí se evidenció lo mucho que teme este gobierno la explosión de los conflictos, a pesar de las declamaciones en sentido contrario.
Veremos cómo sigue esto. Pero la tregua no deja de ser una noticia positiva.

No hay comentarios: