martes, 25 de marzo de 2008

Siento ruido de cacerolas

Hace seis años uno de los estribillos que acompañaban el repudio a los discursos autistas de Cavallo y De la Rúa decía: "Piquetes/cacerolas/la lucha es una sola". Ahora "los piquetes de la abundancia", como la florida retórica de la Presidenta los definió, están haciendo sonar las cacerolas. "Ahora bánquensela", dice una solitaria pintada radical en el barrio de Almagro.
Cristina contesta con mohínes, sin exaltarse demasiado pero respondiendo con el manual del perfecto setentista, que si no fuera por las retenciones veríamos el pollo y la carne por televisión. Claro está que algunas cacerolas que resuenan en la Recoleta respaldan el estereotipo.
Más allá de esa respuesta que confirma las enseñanzas del maestro Jauretche, lo que vemos por televisión son productores enfurecidos, que responden a la misma lógica por la cual se cortaron los puentes al Uruguay. La intransigencia en la protesta por ahora no paga, como hasta ahora vienen enseñando los asambleístas entrerrianos, tan denostados desde algunos diarios bienpensantes.
Los comentaristas más nostálgicos del setentismo solían decir que un poco de conflicto es necesario. Pero la consecuencia es que el país se va aislando de sí mismo, y no sólo del mundo como temen algunos.
Hace seis años nadie defendió a Cavallo y a De la Rúa. Por ahora, los Kirchner parecen tener quién los defiende. ¿Cuál será el precio de esta pulseada?

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