viernes, 23 de enero de 2009

Un eslabón en una cadena de fracasos

En notorio contraste con su extensísima gestión al frente del Colegio Nacional de Buenos Aires, Horacio Sanguinetti ha presentado (en rigor, de manera informal hasta hace pocos días) su renuncia al cargo de director del Teatro Colón, al cual había sido convocado por el ingeniero Mauricio Macri poco más de un año atrás.
Es de público conocimiento que el Colón se encuentra cerrado por reparaciones que el funcionario saliente debía encauzar tras aparentes errores técnicos cometidos por las gestiones anteriores (el llamado "Master Plan", iniciado bajo la gestión de Aníbal Ibarra). Pero Sanguinetti había conseguido una herramienta política cuando la Legislatura sancionó el año pasado la ley de autarquía para el teatro, que evidentemente no supo aprovechar. El BID había otorgado a los sucesivos gobiernos unos 400 millones de dólares, con lo cual debería investigarse a todas las autoridades involucradas, incluido el ex rector del CNBA.
Según una fuente cercana a Macri, a éste "le vendieron que Sanguinetti sabía mucho pero lo único que sabía era de ópera". Incluso sus gustos en la materia eran muy selectivos, como tuvo ocasión de exponer en diversos reportajes.
No me sorprende -y creo que tampoco sorprenderá a quien haya seguido su trayectoria en el Colegio- este fracaso de Sanguinetti, pero más grave que eso es el resultado de las sucesivas incompetencias que hacen casi imposible que el Colón sea parte de los festejos del Bicentenario en las debidas condiciones.

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