domingo, 23 de noviembre de 2008

Apenas un mal bicho

Un triste bandolero que ocupó un alto cargo en la policía de una provincia macóndica del norte argentino se suicidó ante las cámaras cuando lo iban a detener, acusado de graves cargos que se remontan a la época de la dictadura militar, cuando se desempeñó al servicio de quien años más tarde fue democráticamente electo para volver a gobernar la provincia en la que años antes había mandado como gobernante de facto, como uno de los lugares más afectados por la guerrilla y luego por la represión que lo tuvo como adalid.
Este prófugo que respondía al alias de "Malevo" no murió en su ley, como hubiera correspondido a su apodo, sino que lo hizo como víctima propiciatoria del amarillismo periodístico. Naturalmente, el episodio de la difusión del tiro del final fue hipócritamente criticado por muchos de quienes celebran el atracón de culos y tetas y los escandaletes entre ignotas participantes de tales programas que nos brinda la pantalla chica y que se reproducen al infinito.
Más debería preocuparnos que los métodos utilizados por este "servidor público" para combatir la delincuencia -de los cuales quiso escapar vanamente- son celebrados por otros que creen que es el único camino para la "seguridad".

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