lunes, 7 de julio de 2008

¿La Plaza tiene dueño?

Cuando Néstor Kirchner y sus adláteres temían que los cacerolazos en apoyo al reclamo agrario se hicieran sentir en la mítica Plaza de Mayo, D´Elía, Pérsico y sus huestes irrumpieron al grito de "La Plaza es nuestra, la p... que lo parió".
Años antes, cuando Hebe de Bonafini era una opositora intransigente a todo gobierno que no reivindicara la lucha de sus hijos y castigara efectivamente a los represores de los derechos humanos de los militantes políticos (que no son, por cierto, los únicos derechos humanos), el grito era "La Plaza es de las Madres y no de los cobardes".
Hoy por la tarde, los gimnastas de la agitación política quisieron hacer lo mismo que en el Congreso: plantar sus carpas en contra de los que, con distintos intereses, se manifiestan acerca de lo que se está decidiendo. Esta vez partió la orden de no dejarlos instalarse allí, en una muestra más de coherencia de este gobierno. Claro que al no empuñar simples cacerolas, la cosa no fue del todo fácil para estos "luchadores sociales", como les gusta definirse. No fueron los grupos de choque leales a los Kirchner los que los sacaron de la Plaza, pero se dieron el gusto de incendiar un patrullero y un vehículo del Gobierno de la Ciudad. Hasta ahora no se sabe qué dijeron del episodio Macri, Aníbal Fernández y D´Elía.
Mañana los organizadores de esta frustrada irrupción a la Plaza prometieron salir a la calle para "repudiar la represión". Tal vez no pase mucho más que lo que hoy sucedió, pero si fuese algo más el Gobierno tendría otro motivo para preocuparse, cuando todavía no se cerró el episodio por las retenciones móviles.

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